Sin duda, los vinos de postres contribuyen a realzar el final de una buena comida. Un maridaje adecuado es esencial para que puedas disfrutar al máximo. Sin embargo, no basta con elegir al azar y probar, es necesario prestar atención a una serie de pautas y claves si quieres acertar.
¿Por qué hay que maridar el vino?
El maridaje del vino es una práctica que consiste en combinar diferentes tipos de vino con determinados alimentos para realzar los sabores y crear una experiencia gastronómica más completa. Aunque no existen reglas estrictas y cada persona tiene sus preferencias individuales, el objetivo sí que es conocido: encontrar una armonía y equilibrio en el bocado.
El principal motivo para maridar el vino radica en la interacción entre sus componentes y los ingredientes presentes en los platos. Ten en cuenta que cada producto cuenta con características únicas en términos de sabor, acidez, dulzura, cuerpo y aroma. Todas ellas pueden acentuarse o no según los alimentos que se elijan como acompañantes.
Cuando se logra un buen maridaje, los sabores y aromas se entrelazan de forma armoniosa, lo que crea una experiencia sensorial enriquecida. Por ejemplo, un vino tinto con taninos suaves equilibra y suaviza la grasa de una carne roja, mientras que un vino blanco con acidez vibrante realza el marisco fresco.
Además, los contrastes son muy importantes en el maridaje, ya que logran generar una experiencia gustativa interesante y emocionante. Por ejemplo, los vinos espumosos, como el Lumen Brut Reserva de Bodegas Bilbaínas, gracias a su efervescencia y acidez, pueden contrastar de manera fantástica con un postre dulce y cremoso, lo que crea una explosión de sabores en el paladar.
Pautas para elegir un vino para acompañar postres
Como acabas de ver, es importante elegir el vino adecuado, ya que no todos encajan con cualquier tipo de alimento. En el caso de los postres, debes prestar atención a algunos factores. El primero es la compatibilidad con la dulzura. En este sentido, has de buscar un equilibrio entre la bebida y la comida para que uno no se imponga al otro.
Si buscas un vino para postres dulces, debes tener en cuenta que, si el postre es muy dulce, el vino tiene que igualarlo o superarlo un poco. Esto permitirá que no percibas la bebida como agria o amarga en comparación, lo que destrozaría la experiencia. Ocurre lo mismo en el caso contrario. Si el dulzor es menor, el vino tendrá que equipararse con el alimento que vayas a comer. Así, los mantienes igualados en todo momento.
Más allá del equilibrio, la armonía de los sabores es otro punto fundamental. Presta atención a los que están presentes en el postre y procura que el vino los realce. Las combinaciones en este aspecto son ilimitadas y dependerán tanto de tu conocimiento como de tus gustos. Pero, por ejemplo, si vas a probar algo con toques de caramelo, los vinos generosos son una buena alternativa.
Para terminar, busca que exista un contraste en las texturas. Los postres para acompañar un vino espumoso pueden ser cremosos y suaves. Al escoger esta combinación, consigues una sensación refrescante y con contrastes muy interesantes.