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Vinos blancos afrutados: el fragante placer de la frescura

La escena es habitual en cualquier bar o restaurante de la geografía española: entra un cliente y pide un vino blanco, y el camarero responde, "¿lo quiere seco o afrutado?". Si las preferencias del sediento parroquiano se ajustan a las actuales tendencias de consumo, lo más probable es que se incline por la segunda alternativa: el blanco afrutado. Que más que una tipología de vino es un recurso dialéctico que tiene la hostelería para servir aquellos vinos que la gente demanda sin tener que dar mayores rodeos ni explicaciones. Porque quien dice "afrutado" evita referencias a añadas, regiones, denominaciones de origen, bodegas, variedades, países, pagos, parcelas y demás detalles que obsesionan a enómanos y expertos de pituitarias privilegiadas y esnobs de la cosa vinícola, que también los hay.

 

¿Cómo se elabora un vino blanco afrutado?

Ahora bien, incluso el aficionado menos ducho en temas vinícolas que no tiene intención en formar parte del selecto club de los Masters of Wine se habrá preguntado alguna vez cuál es a ciencia cierta el significado de "afrutado". ¿Qué es lo que diferencia a los blancos de este estilo del resto de los que ofrece el mercado? Porque, al fin y al cabo, todos los vinos tienen su origen en la misma fruta...

 

Aunque no existe una definición científica de lo que es un blanco "afrutado", la mayoría de los expertos convendrán en que se trata de un vino joven con una expresión aromática especialmente fragante y de fruta fresca, con un paso agradable, suave, fresco y un punto dulce y convenientemente ácido por la boca. Los blancos de este tipo (también hay tintos y rosados afrutados, pero no son los que nos ocupan en este artículo) suelen ser de la última cosecha, y tienen un color claro y brillante. Por lo general, prescinden del contacto con la barrica y se elaboran preferentemente con variedades aromáticas (verdejo, albariño, sauvignon blanc, moscatel, malvasía), aunque con el empleo de levaduras añadidas muchos enólogos consiguen elaborar blancos afrutados a partir de otros varietales: viura, garnacha blanca, chardonnay, airén, palomino, albillo, godello, macabeo...

 

En cualquier caso, para obtener de estas uvas los aromas más nítidos de la fruta, así como el resto de las características que distinguen a los vinos afrutados –ligereza, frescura y buena estructura ácida, lo que les convierte en vinos fáciles de beber– los enólogos son muy rigurosos en el control de la temperatura de fermentación –que no debe superar los 24 ºC–, así como en la elección de levaduras que propicien el desarrollo de aromas secundarios de carácter frutal (bien sean levaduras propias del viñedo o añadidas). Tras el proceso de fermentación, que habitualmente tiene lugar en depósitos de acero inoxidable, se realiza un trasiego para eliminar impurezas, tras lo cual el vino se estabiliza.

Los vinos blancos afrutados se distinguen por sus fragantes aromas de flores y fruta fresca, paladar suave y agradable, y un característico punto de dulzura y acidez.

Las variedades de los blancos afrutados

En la amplia oferta de 15Bodegas existen numerosos ejemplos de vinos afrutados, de diversas variedades de uvas y distintos orígenes y bodegas:

 

Albariño

Dulce y glicérica, la pequeña uva gallega marca de tal manera el carácter de los vinos de la DO Rías Baixas que su nombre se ha convertido prácticamente en un genérico. Como los vinos de albariño, como el Leiras Albariño 2020 –frescos y ácidos, con aromas florales, de miel y frutas blancas– tienen tanto éxito, en los últimos años su cultivo se está extendiendo, desde Cantabria a la DO Costers del Segre (Raimat Albariño Ecológico 2019) y desde los Andes hasta la costa de Uruguay. 

 

Verdejo

Los verdejos son el gran best-seller entre los blancos de España, capaces de competir con los mismísimos riojas en un país tradicionalmente apegado a los tintos. Rueda es la cuna de esta variedad que fue introducida en tierra castellana en el siglo XI por los mozárabes desde el norte de África. Desde entonces se han elaborado con verdejo vinos generosos, espumosos, frizzantes, fermentados en barrica... aunque el éxito de la D.O. Rueda se debe a los blancos jóvenes, fragantes, con notas frutales y un final herbáceo y ligeramente amargo, como el Ederra Verdejo 2019. También se elaboran vinos con esta uva en otras regiones, como La Mancha y Rioja.  

 

Sauvignon blanc

Nacida a orillas del río Gironda (Burdeos) –donde se asocia a la semillon para dar lugar a los famosos dulces de Sauternes– esta uva de carácter distinguido y exótico ganó celebridad gracias a los blancos del Loira, especialmente los refinados Sancerre y Pouilly-Fumé. Más tarde llegarían los exuberantes sauvignon de las Antípodas, que empujarían a viticultores de medio mundo a cultivar esta variedad en sus viñedos para dar un toque de maracuyá, piña y hierba fresca a sus blancos. En España, seduce a las bodegas de Rueda (Legaris Sauvignon Blanc), Cataluña, La Mancha y allí donde crezca una vid.

 

Airén

El enorme viñedo manchego –que representa la mayor superficie del mundo plantada con vides– está capitalizada por esta uva blanca, que da lugar a vinos ligeros y de aromas característicos. Es la variedad más cultivada de España, ocupando el 23% del viñedo de este país. Da lugar a vinos afrutados también en el Valle del Cinca, y otras regiones.  

 

Macabeo/Viura

La macabeo integra, junto a la parellada y la xarel·lo, el conjunto de uvas con las que se elabora tradicionalmente el cava catalán. Es, además, una de las variedades blancas más extendidas en el viñedo español, aunque con distintos nombres y rasgos diferenciados según la región a la que se ha adaptado, en algunos casos desde hace siglos. Es el caso de Rioja, donde se la conoce como viura y tiene un rol protagónico como la uva blanca más relevante de la D.O.Ca, dando lugar a vinos de larga guarda así como a blancos jóvenes, con característicos aromas de manzana y flores blancas, de delicada acidez. Por ejemplo, en el Viña Pomal Blanco la podemos encontrar.  

 

Garnacha blanca

La "hermana blanca" de la familia de las garnachas es una mutación de la garnacha tinta y su cultivo se extiende en toda la zona de influencia del río Ebro, desde Rioja y Aragón y las diversas comarcas vinícolas catalanas, traspasando incluso la frontera francesa. Adaptada a los climas cálidos y secos, hoy da lugar en distintas zonas (D.O.Ca. Rioja, D.O. Costers del Segre, D.O.Q. Priorat, D.O. Montsant -Bruberry Blanc 2019-, D.O. Catalunya –Raimat Garnatxa Blanca Ventada Ecológico 2019-) a vinos muy diversos, desde blancos de guarda bien estructurados hasta otros más jóvenes, fragantes y afrutados.

 

Pansa blanca

También una variedad autóctona como la pansa blanca, seña de identidad de la pequeña comarca vinícola de Alella, puede dar lugar a deliciosos blancos afrutados, que combinan los rasgos varietales propios de la uva –delicados matices florales y apuntes de frutas tropicales– con una agradable frescura y equilibrada acidez.

 

Chardonnay

La famosa uva borgoñona es hoy, ni más ni menos, la más cultivada del ancho viñedo global. Lo que le ha convertido en materia prima de todo tipo de vinos, desde los sublimes Montrachet –en su terruño original– hasta exóticos blancos en la India. Idónea para elaborar vinos de guarda, con fermentación y crianza en barrica, también da lugar a fragantes blancos jóvenes, con punzantes aromas de fruta fresca: melocotón, lichi, manzana... y paladar vivaz y vibrante. Como Australia o Argentina, en el capítulo de blancos afrutados, España tampoco es ajena a la seducción de la reina blanca, desde D.O. Costers del Segre (Raimat Chardonnay Ecológico 2020) y D.O. Conca de Barberà (Intramurs de Poblet Blanco 2019) hasta D.O. Catalunya (Bach Chardonnay 2019).

 

Tienes con esto una buena base para adentrarte en el mundo de los vinos blancos afrutados, ¿por cuál te decantas?

 

Las modernas técnicas de vinificación permiten elaborar blancos afrutados a partir de verdejo, albariño, sauvignon blanc y muchas otras variedades.