Aunque el mundo del vino se mantiene en permanente evolución, hay cosas que no cambian. Una de ellas es la buena relación precio-calidad que ofrece el vino español en el contexto global del mercado internacional, condición que los consumidores de otros países saben apreciar paradójicamente mejor que los de este. Muy probablemente porque en España el consumidor medio de vino ya se ha acostumbrado a beber sin rascarse el bolsillo, o porque tampoco sea este un mercado muy abierto al consumo de vinos de otros países productores (lo mismo sucede en Francia, Italia, Argentina u otros países con grandes volúmenes de producción vinícola, donde es difícil –salvo excepciones– desviar la atención del consumidor a vinos extranjeros).
En todo caso, a pesar de la estandarización de los principios cualitativos y la difusión de las técnicas y el conocimiento enológicos por los viñedos del orbe –hoy es posible encontrar vinos de calidad suficiente prácticamente en todas las regiones productoras de este planeta–, España continúa destacando como origen de vinos buenos que, en términos comparativos, brindan muchas veces más de lo que cuestan.
Es en el terreno de los vinos tintos, tipología donde este país es seguramente más valorado que en otras, donde la oferta es más amplia y profusa, especialmente para el aficionado curioso que no quiere estancarse bebiendo toda su vida referencias de la misma zona y variedad. Porque, al contrario, quien se atreva a aventurarse y tenga el paladar ávido de nuevas sensaciones, tiene en el amplio viñedo español un crisol apasionante para descubrir matices. Tan solo en el territorio de los tintos, desde el sur al norte, aparecen uvas tan interesantes para elaborar vinos tintos buenos como son la tintilla de Rota, bobal, la familia de las garnachas –tinta, peluda y tintorera–, la monastrell, bruñal, cariñena, sumoll, trepat, tempranillo, mazuelo, rufete, juan garcía, prieto picudo, mencía, caíño, brancellao, merenzao, hondarribi beltza... por no hablar de las variedades insulares ni todas las uvas foráneas que tan bien se han adaptado al terruño peninsular, como pinot noir, cabernet sauvignon o merlot.
El vino español continúa siendo un gran escaparate para encontrar tintos de calidad a precios muy convenientes.