1. La denominación de origen
Una de las distinciones más importantes entre el cava y el champagne es su denominación de origen. Este dato no solo determina el lugar donde se producen, sino también las normativas y controles de calidad que debe cumplir cada uno para recibir dichas denominaciones. En líneas generales, está claro: el champagne es francés mientras que el cava es español.
En el caso del primero, se trata de un vino espumoso que proviene de la región francesa de Champaña, de ahí su nombre, y que se ubica justo en la zona nordeste del país. Está protegido por la Denominación de Origen Controlada (AOC) que, desde 1935, vela por este producto. Ya en 1992 la protección se extendió a nivel europeo con la creación de la Denominación de Origen Protegida (AOP). Ambos sistemas tienen unas estrictas normas de calidad y dependen del Institut National de l'Origine et de la Qualité (Instituto Nacional del Origen y la Calidad).
Esta normativa es extremadamente estricta y garantiza que cada botella de champagne cumpla con unas condiciones específicas de producción, variedades de uva permitidas y tiempos mínimos de crianza, entre otros requisitos.
Respecto al cava, tiene su propia Denominación de Origen, la D.O. Cava. El epicentro de la producción está en Cataluña, concretamente, en la comarca del Penedés, aunque también forman parte zonas como el Valle del Ebro, Viñedos de Almendralejo y Requena. En nuestro país, el organismo que garantiza que se cumpla con la normativa es el Consejo Regulador del Cava que cuenta con acreditación por parte de la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC).
2. El entorno: suelo y clima
El ambiente donde crece el viñedo, junto con las técnicas de elaboración, es uno de los aspectos que más influye en el resultado final de un vino. No podemos olvidar que las uvas son la materia prima y su maduración dependerá de la forma en que se cultivan y bajo qué circunstancias.
Como puedes intuir, el conjunto de factores ambientales, como puede ser el clima o el terreno, son muy diferentes en el norte de Francia y en la zona mediterránea de España.
3. El tipo de uva
También hay distinciones en cuanto a las variedades de uvas empleadas para la elaboración del champagne y el cava. En el caso del champagne, se consigue mezclando dos uvas tintas y una blanca, siendo las opciones predilectas Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier. El cava, por su parte, utiliza la proporción inversa: dos blancas y una tinta. Las variedades que se usan este caso son la uva Parellada, Macabeo y Xarel·lo. No obstante, el reglamento de la DO Cava permite el empleo de otros tipos de uvas.
Todas estas variedades están muy ligadas al terreno donde se cultivan, por lo que el resultado son dos bebidas con sabores y matices claramente diferentes y únicos en cada caso.
4. Modo de consumo
Otro factor diferenciador entre una y otra bebida es la forma en la que se consumen. Aunque ambas son las opciones más populares para protagonizar brindis y celebrar por todo lo alto, el cava también se puede disfrutar en el día a día. En la región de Cataluña es habitual tomar una copa de cava como aperitivo. Así que, si necesitabas una excusa para deleitarte con la refrescante sensación de las burbujas en el paladar, ya ves que puedes hacerlo sin problema.
5. Precio
Para acabar, merece la pena hablar del precio. Para muchas personas, es algo que resulta determinante a la hora de decantarse por uno o por otro.
En términos generales, el champagne es bastante más caro que el cava, y esto se debe a varios motivos: producción limitada, producción más costosa y exigente y proceso de elaboración más largo. Además, existe otro elemento muy importante: el marketing. A lo largo de su historia, el champagne ha construido una imagen de lujo y exclusividad, lo que influye directamente en su precio.
El cava, en cambio, se caracteriza por ofrecer una muy buena relación calidad-precio. A diferencia de la región de Champaña, la D.O. Cava cuenta con una mayor extensión de viñedos, lo que favorece una mayor oferta. Asimismo, el clima mediterráneo es más favorable y estable, algo que facilita el cultivo de las uvas.
Hasta aquí nuestro repaso a los principales factores que marcan la diferencia entre cava y champagne. Aunque a simple vista puedan parecer similares, ya hemos visto que su denominación de origen, el entorno donde se cultivan sus uvas, las variedades empleadas e incluso su precio hacen que sean productos con personalidad propia y diferenciada. Mientras que el champagne es sinónimo de lujo y exclusividad, el cava ofrece una alternativa más accesible, versátil y gastronómica. No se trata de elegir entre uno u otro, sino de conocer y apreciar sus distinciones para saber elegir el adecuado para cada momento. Y si después de leer este artículo te apetece descubrir el mundo del cava, en 15 Bodegas ponemos a tu disposición una cuidada selección con las mejores opciones para disfrutar, brindar, celebrar y mucho más.