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Cómo catar un vino: secretos y trucos para catar como un experto

Aunque para los no iniciados la cata de vino es un acto inusual, cuyos modos de ritual ceremonioso inspiran cierto respeto, lo cierto es que no es más que el método de evaluación sensorial empleado para evocar, medir, analizar e interpretar un vino o cualquier otra bebida o alimento.

 

En concreto, la cata del vino consta de tres fases, cada una de las cuales corresponde a la evaluación de la muestra del vino que se está evaluando por un sentido: la vista, el olfato y el gusto.

 

Y aunque existan muchos profesionales de la cata –aquellos que analizan y valoran anualmente miles de muestras para confeccionar las guías de vinos que se publican periódicamente en todo el mundo, entre otros–, así como otros que también se apoyan en este método de evaluación para desarrollar su actividad profesional (enólogos, sumilleres, comerciales, críticos vinícolas...), la cata no es un acto reservado exclusivamente a los gurús del vino. Cualquier aficionado a esta bebida puede hacerlo. Solo hay que poner en guardia los sentidos, confiar en el propio criterio a la hora de interpretar las sensaciones que ofrece el vino y contar con el vocabulario adecuado para expresarlas.

 

La cata no es un ejercicio reservado a los gurús del vino: los aficionados también pueden realizarla, si ponen en guardia a sus sentidos y toman nota de los consejos que apuntamos en este blog.

El escenario de la cata

Si bien es preciso que el ámbito en el que se desarrolle la cata de vino cuente con buenas condiciones de luz (para poder apreciar el aspecto del líquido en la copa), esté libre de aromas extraños y resulte medianamente apacible y silencioso (de tal modo que los catadores puedan concentrarse en su labor), tampoco hay que obsesionarse en la búsqueda del espacio perfecto: ni siquiera los mejores profesionales catan en quirófanos o santuarios. Eso sí: que a nadie se le ocurra acudir a una cata perfumado.

 

Los complementos para la cata del vino

Evidentemente, tampoco se puede realizar una cata a la manera de los profesionales si no se cuenta con los medios necesarios. Que no son muchos, pero sí imprescindibles. Empezando por las copas, de diseño enológico. La marca no importa: hay buenas, mejores y excelentes, según el presupuesto. Y también las hay para tipologías de vinos muy específicas. Pero para la cata es importante contar con una copa que sea versátil para poder evaluar de manera neutral vinos muy diversos. El catavinos no suele funcionar, porque oculta la expresión aromática, paradójicamente. Una buena alternativa es el modelo básico para vinos blancos que ofrece la mayoría de los fabricantes de copas enológicas. También es recomendable contar con una copa por cada vino que se vaya a catar, y multiplicando esta cantidad por el número de catadores presentes.

 

Respecto a la temperatura, es preferible que el ambiente donde se realiza la cata se encuentre relativamente fresco –a 18-20º– de modo que los vinos no se calienten en la copa. En cuanto a la temperatura del propio vino, lo ideal es que los blancos se sirvan a 9º y los tintos a 15º, para que en la copa se atemperen pero no sobrepasen los primeros los 10º y los segundos, los 16º.

 

Por fin, hay que tener en cuenta las escupideras, artilugios que los no iniciados rehúyen usar pero que son muy aconsejables cuando se van a catar más de cuatro vinos: perder la cordura nunca es bueno.

 

La cata del vino se desarrolla en tres fases, cada una de las cuales corresponde a la evaluación de esta bebida por un sentido: la vista, el olfato y el gusto.

Las tres fases de la cata: vista, olfato y gusto

Una vez se hayan seleccionado las muestras de los vinos que se vayan a catar y se cuente con todos los requisitos y accesorios previamente mencionados, llega el momento de abordar la cata propiamente dicha, que se desarrollará –como antes hemos dicho– en tres fases, evaluando cada vino por un sentido: la vista, el olfato y el gusto.

 

Vista

El aspecto del vino –su color, limpidez, brillo– no solo es importante porque la impresión que genera puede resultar importante en su valoración general, sino también porque ciertas características, como la opacidad, el ribete o la densidad pueden dar pistas sobre su edad, añejamiento y proceso de elaboración. Así, un tinto de intenso color violáceo denota juventud, mientras que una tonalidad teja o cobriza suele ser signo de oxidación, por un largo proceso de maduración en barrica o muchos años de reposo en botella.

 

Olfato

Es la parte más importante de la cata. En esta fase, las moléculas aromáticas –en estado volátil– desencadenan reacciones químicas que el cerebro traduce como "sensaciones" que asociamos a aromas que ya conocemos. Gracias a estos mecanismos neurofisiológicos, percibimos los múltiples matices que atesora el vino, reconociendo en los mejores su rica complejidad.

 

Gusto

Cuando por fin nos llevamos el vino a la boca, las papilas gustativas detectan la presencia de los distintos sabores: amargo, ácido, salado y dulce. Manteniendo el líquido en la boca durante algunos instantes –de modo que aumente la temperatura del mismo– se va a favorecer al fenómeno del retrogusto: la recuperación de sensaciones aromáticas en la boca. Con ello la cata llega a su momento más sensual y delicado, donde solo los grandes vinos dan la talla.

 

Trucos y consejos para el catador neófito

Para el aficionado que se inicia en sus primeras catas, resumimos aquí algunos consejos y trucos sencillos para no perderse y disfrutar mejor de la experiencia.

 

Confiar en el propio criterio

Hay que tenerse fe. La subjetividad es norma en cualquier cata y cualquiera puede equivocarse. Además, generalmente, las primeras impresiones son las más acertadas.

 

No dejarse influir

Compartir las opiniones con otros catadores siempre es positivo porque enriquece la experiencia, pero tampoco hay que dejarse llevar por los juicios ajenos. No hay que agobiarse si otro catador percibe un aroma que nosotros no detectamos o tiene un criterio de valoración diferente al nuestro.

 

El color del vino

Los matices del color de un vino se aprecian mejor colocando una superficie blanca tras la copa. Una hoja de papel o una servilleta son los elementos más socorridos.

 

No siempre es aconsejable agitar la copa

Determinados aromas del vino se perciben con mayor nitidez si este no se agita. Por tanto, es preferible oler el vino primero "a copa quieta" antes de empezar a darle vueltas; luego, una vez en movimiento, probablemente ofrecerá otros aromas.

 

Conservar el vino

Considerando que, una vez abierta la botella, el vino evoluciona, es aconsejable conservar un poco de cada uno de los vinos que se están catando en la copa para volver sobre ellos en distintos momentos de la cata. Así, no es raro que la valoración que hagamos de ellos cambie a medida que experimenten este desarrollo.

 

Descripción del vino

Es preferible recurrir a descriptores –las definiciones de las sensaciones que ofrece el vino– sencillos que a un lenguaje rebuscado y críptico. El lenguaje del sumiller de alta escuela está pasado de moda.

 

La escupidera está para usarla

A las catas de vino nadie viene a emborracharse.

Con esto ya tienes una buena base para catar e ir aprendiendo por tu cuenta, ver qué te sugiere cada vino y cuál te gusta más, pero sin duda, el mejor vino siempre será el que más te guste a ti en cada ocasión. Bucea por la tienda de vinos online de 15 Bodegas y atrévete con esos vinos que no has probado hasta la fecha y nos cuentas.