La pretensión del vino Abadia de Poblet Blanco es reflejar el terroir de donde procede, por lo que durante su elaboración se intenta ser lo menos intervencionista posible. Las cepas centenarias de la D.O. Conca de Barberà escogidas para la elaboración del vino blanco crianza Abadia de Poblet están situadas entre 550 y 700 metros de altura, en terrenos pobres y con prácticas ancestrales que han variado poco desde su plantación. Nace un vino con cuerpo y notas a fruta madura.
Abadia de Poblet, única bodega en Cataluña ubicada dentro de un monumento histórico declarado Patrimonio de la Humanidad, aúna la tradición vitivinícola de los monjes de la Orden del Císter, procedente de Borgoña, con los conocimientos de la Conca de Barberà, una zona que ha sabido mantener el cultivo de variedades autóctonas. La filosofía de estos vinos de Monasterio que recuperan variedades locales (trepat, garrut y garnacha) es que transmitan las características de las uvas con las que se elaboran y el terroir en el que han sido cultivadas.
Abadia de Poblet Blanco pretende reflejar el terruño de dónde procede por lo que durante la elaboración intentamos ser lo menos intervencionistas posible.
Abadia de Poblet Blanco pretende reflejar el terruño de dónde procede por lo que durante la elaboración intentamos ser lo menos intervencionistas posible. La uva se elige a la entrada de la viña en el momento de la vendimia, en pequeñas cajas de 16 kg. Al llegar a bodega se prensa y el mosto del Macabeo se desfanga y se trasbalsa a una tinta de cemento dónde fermentará a temperatura controlada alrededor de 16 ºC. Una vez acabada la fermentación se trasvasa para extraer las lías más gruesas dejando las más finas. Durante los dos primeros meses de crianza se hace un battonage por semana y a partir de aquí, la crianza estática.
Se sigue practicando una elaboración ancestral que poco ha variado desde el momento en el que se plantaron las viñas.
La uva utilizada para Abadia de Poblet Blanco proviene de viñas plantadas durante la primera mitad del siglo XX, en zonas que históricamente habían sido viñedo, pero en las que se alternaba el cultivo de cereales entre las filas de cepas y con almendros plantados al borde de las viñas, reuniendo así los tres cultivos mediterráneamente típicos de la Conca de Barberà. Viñas viejas con orientación sur y sureste en terrenos pobres y en alturas que van en el caso del Macabeo y la Parellada desde los 550 hasta prácticamente los 700 metros. Rendimientos bajos donde se sigue practicando una elaboración ancestral que poco ha variado desde el momento en el que se plantaron.